Una canción del nuevo trabajo, si nuevo puede decirse después de dos años. Ha pegado bastante, pero es del otro letrista de Punkies y Cerebro: Camilo Restrepo, cuyas letras tienen una construcción, diría yo, poética y contundente, las agrupamos en el álbum "Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia" cuya idea también es de Camilo. Para el trabajo yo sólo aporté la idea de nombrar las canciones con velocidades musicales y unas cuantas composiciones y, si me perdonan, mi voz. Yo le llamé para que me contara la historia completa de la composición y me envió este relato: "Epidemia, una de las canciones que se encuentra en el último disco de Punkies y Cerebro. Compuesta en marzo de 2017, nos encontrábamos en el lugar de ensayo habitual intentando, por sobre todas las cosas, sacar adelante lo que sería el disco “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Terminamos el ensayo y como es costumbre nos quedamos en la acera del frente, donde acostumbramos quedarnos casi siempre, o por lo menos Jaime y yo, a no ser que resulte un “extraordinario Plan” que nos saque de la rutina o que el cansancio de la semana logre llevarnos a la cama, que es la única chica que nos desvela. En Medellín comenzaba el “Nuevo Código de policía" o por lo menos andaban aplicándolo con todo rigor, nosotros nos burlábamos con las mismas charlas de siempre de andar con chaleco para beber, multarte por opinar, por ser o no ser, etc, ya dejaba de ser más que un tema de conversación y lo estaban aplicando en serio (lo vivimos), el caso es que entre amigos, amigas y uno que otro aparecido en el parche donde “Will” pasábamos las horas de la noche, entre licores y charlas, hasta que al protagonista de la historia, yo, le da por irse a la esquina con un amigo y una cerveza, para alejarme del ruido y hacer una llamada, de frente veo una moto de policía que para y donde el "esbirro carente de cerebro" que iba de copiloto se baja y nos pide documentos. El de la moto pregunta que si no sabemos que está prohibido beber en la calle, a lo que yo le respondo rápidamente que no y pues que además yo no era la única persona que estaba bebiendo. El otro esbirro responde que los demás están en los bares a lo que yo le contesto, sí, los bares donde cobran su rutinaria vacuna, cosa que no es nada nuevo ni es un secreto. Todos sabemos que nuestros defensores de la ley también han copiado el característico modelo de los matones de barrio y paracos vestidos de autodefensas donde cobran una “Moderada cuota” por dejarte trabajar o simplemente para no joderte la vida, claro está, mientras esté al día con la dichosa vacuna. El caso es que la situación se sube de tono, y como la ley no permite opinar, pues sacan su talonario y aunque me niego a firmar, me señalan los delitos en las casillas que les dio la gana: beber, fumar, orinar, irrespeto a la autoridad, y sí, todo eso por pensar y opinar. El caso es que me niego a firmar y pues por curiosidad me llevo la copia del recibo donde se me acusa y claro, al final y en letras grandes, decía "780.000 pesos por pagar." Llegué a mi casa lleno de rabia, cansado e imaginándome los abusos de autoridad y los robos del estado que descaradamente nos hacen a diario y tal vez esta sea la canción que más rápido he escrito al momento y es obvio, no dice nada trascendental ni rebuscado para que suene bonito, dice lo que vemos a diario y que no es un secreto, para verlo sólo basta con vivir aquí. Me tardó 15 minutos escribir lo que sentía por este país: "Este país me ahoga, sus gobernantes unas ratas peligrosas, país de mierda ilegalmente mantenido, su gobierno está repleto de bandidos." Yo estaba allí esa noche, indignado. Corroboro la historia de Camilo y me apego a ella y conociéndola, le imprimí a la misma mucho odio y mucha fuerza en la grabación.... Eso espero.
Aquí vemos el concierto de los 35 años en Bogotá con Erich y César en las guitarras.