miércoles, 12 de octubre de 2022

PRÍNCIPE AZUL

Se publicó en "Canciones de manicomio" y básicamente es el resumen de un periódico amarillista y tres o cuatro canciones de amor. De un amor más certero que los que pintan las emisoras de vallenatos y de música para aplanchar, el amor frustrado que quiere destrozar el resultado de años de convivencia que terminan, indefectiblemente, con la libertad: "son 30 años de disgustos, 30 años de soportar... el trabajo, la familia, problemas aquí y allá..." el príncipe llega a casa a reclamar la libertad y de azul se vuelve negro, que los cuentos de hadas son cuentos de hadas y las perdices no alcanzan para la realidad. Finalmente se vuelve un príncipe rojo que mata a su compañera como rebeldía. Aquí me reconvendrán las feministas que la libertad se pierde en cualquier puerto y que ellas también la pierden, pero es culpa social y religiosa que exista ese celo que reclama el servicio a una única dama que es tan avasallante y destructivo. Aldonza Lorenzo no resiste a Don Alonso Quijano y le repite que "es de vidrio la mujer" pero no puede evitar que tantos años de sometimiento lleguen al quiebre de la situación "entre gritos y maldiciones un cuchillo rojo centelleó, anuncia el diario amarillo de la ciudad". En eso se convierten todos los príncipes azules, sin contar que las princesas se transforman en brujas de nariz de gancho y verrugas en la punta. El sapo que recibe el beso se arrepiente de dejar de ser sapo y cobra, con sangre, el beso que le perpetuó en el mayor modelo de control social, después de la religión: la familia. Si hubo alguna razón especial para componerla, no lo recuerdo, pero en el frenopático pude ver que muchos de sus habitantes tenían ese tipo de frustraciones de amor y de sobrecarga de trabajo por culpa de la familia. Desastroso si me preguntan, sólo quería plasmar otra manera de merecer una sala acolchada y muchas pastillas de colores en el hospital psiquiátrico. La verdad es que un análisis juicioso de las vidas de las parejas casadas con más de 20 años de esclavitud, no me llevaba a nada más, me vislumbré a mí en el futuro y consideré imposible seguir ese camino a condición de no convertirme en este príncipe negro o rojo.

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