domingo, 30 de octubre de 2022

PUERTO LIBERTAD

 Para que decir que fue publicada en el álbum de 2018 "Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia" y no es pura coincidencia que también la haya publicado en "En la sima" de manera acústica. Para que decir que va uno caminando por la calle cuando se le ocurre un ritmo y lo tararea hasta que llega donde alguien lo saluda y se pierde el ritmo. Para que decir que a veces se encuentra eco en la tecnología y alguien graba el tarareo para darle forma después y la cosa se queda así. A esta canción le pasó ambos. Subiendo por la calle la playa hacía nuestro sitio de encuentro en el "Vicentenario" ─el Vicente le decíamos─  llevaba el tarareo perfecto, pero un saludo al pasar la oriental me desorientó y olvidé hasta qué venía haciendo. Unos días más tarde el tarareo volvió, pero en el mismísimo Vicente y pude hacer que Camilo Zapata, uno de nuestros guitarristas de esa época, lo memorizara, pero con tan mala suerte que olvidé que se lo había hecho memorizar y a él no le importó recordármelo. La tercera fue la vencida y, esperando y creyendo que era la misma melodía, la grabamos en un teléfono inteligente y al día siguiente la recibí en mi correo para darle la forma que hoy conocen ustedes. La idea es básica: La libertad no existe, aunque la busquemos por todas partes y es verdad, la busqué en las ciudades costeras y no encontré un sólo puerto llamado Libertad, pero no se ocupen que si hay varios. En ese momento no los encontré por deficiente mental yo o por problemas de buscador. Para efectos prácticos de la canción, tal puerto no existe porque "Doy una vuelta por América... buscando el Puerto Libertad y nos quedamos con el alma abierta, no hubo un puerto donde atracar... alguien nos jugó una broma... no existe el Puerto Libertad". Tantos años de engaños y de búsquedas inútiles y nadie había puesto sobre el mapa el derrotero para llegar a tan dichoso puerto. "También buscamos en Europa, el reino Unido y Rusia Oriental, en Australia en Indonesia, África, Asia y New Zealand... y nos quedamos de una pieza... no existe el Puerto Libertad" Verdad era absoluta porque si existe un puerto llamado así en esos países ha de llamarse con otro nombre Freedom Harbour o Port liberté... pero nada de "Puerto Libertad" tal cuál dice la canción. Nos engañaron y a la sazón la estrofa final nos dice cual es la manera de hallar ese puerto "No hay remedio y no hay receta... no existe el puerto Libertad. Grita brinca escupe y muerde... pégate a la realidad, Sáltate todas las leyes o márchate hacía altamar, que no hay libertad completa... No existe un Puerto Libertad." La alegoría se completa porque aparte de no existir un puerto Libertad, la única manera de conseguir tal cosa añorada consiste en perdernos en las entrañas del mar donde nadie nos imponga nada y queda explicada tan deliciosa canción que cuando la mostré al grupo, me afirmaron que era imposible usar ese destiempo propio de mis composiciones y demoró bastante en encontrar acomodo entre los músicos y cuando se la mostré a una amiga me dijo: "tan alegre como siempre".

PS: Pero hay Puerto Libertador como municipio de Colombia y a Bolívar le llaman "El Libertador" y existe un Puerto Libertad en el golfo de California en el estado mexicano de Sonora. Tranquilos en ellos tampoco hay libertad. Quede la canción como estaba.

PS 2: Había conseguido Camilo que Piero de Benedictis, por lo menos aceptara hacer la parte inicial de esta precisa canción. Llegó la pandemia y trastocó todo.

miércoles, 12 de octubre de 2022

PRÍNCIPE AZUL

Se publicó en "Canciones de manicomio" y básicamente es el resumen de un periódico amarillista y tres o cuatro canciones de amor. De un amor más certero que los que pintan las emisoras de vallenatos y de música para aplanchar, el amor frustrado que quiere destrozar el resultado de años de convivencia que terminan, indefectiblemente, con la libertad: "son 30 años de disgustos, 30 años de soportar... el trabajo, la familia, problemas aquí y allá..." el príncipe llega a casa a reclamar la libertad y de azul se vuelve negro, que los cuentos de hadas son cuentos de hadas y las perdices no alcanzan para la realidad. Finalmente se vuelve un príncipe rojo que mata a su compañera como rebeldía. Aquí me reconvendrán las feministas que la libertad se pierde en cualquier puerto y que ellas también la pierden, pero es culpa social y religiosa que exista ese celo que reclama el servicio a una única dama que es tan avasallante y destructivo. Aldonza Lorenzo no resiste a Don Alonso Quijano y le repite que "es de vidrio la mujer" pero no puede evitar que tantos años de sometimiento lleguen al quiebre de la situación "entre gritos y maldiciones un cuchillo rojo centelleó, anuncia el diario amarillo de la ciudad". En eso se convierten todos los príncipes azules, sin contar que las princesas se transforman en brujas de nariz de gancho y verrugas en la punta. El sapo que recibe el beso se arrepiente de dejar de ser sapo y cobra, con sangre, el beso que le perpetuó en el mayor modelo de control social, después de la religión: la familia. Si hubo alguna razón especial para componerla, no lo recuerdo, pero en el frenopático pude ver que muchos de sus habitantes tenían ese tipo de frustraciones de amor y de sobrecarga de trabajo por culpa de la familia. Desastroso si me preguntan, sólo quería plasmar otra manera de merecer una sala acolchada y muchas pastillas de colores en el hospital psiquiátrico. La verdad es que un análisis juicioso de las vidas de las parejas casadas con más de 20 años de esclavitud, no me llevaba a nada más, me vislumbré a mí en el futuro y consideré imposible seguir ese camino a condición de no convertirme en este príncipe negro o rojo.