miércoles, 5 de abril de 2023

VENUS DE HIELO

 El escenario es ficticio ¿pero cuando eso nos ha detenido? Luego de un accidente en coche con la mujer de mis sueños, sin más repercusiones que una abolladura, imaginé que aquella princesa galáctica perecía y concebí lo que ocurriría en ese escenario triste y completamente trágico donde ella perdía la vida. Apareció por lo mismo en "Ideas de Amor y Muerte" y fueron dos canciones con el mismo sonsonete de la muerte de la princesa donde le prometía que no le haría misas ni kirielesones, pero que la lloraba con estas dos canciones. Ésta a que me refiero y "Después de tu muerte". El nombre condiciona que una Venus que tuvo vida ya está fría e inerte y narra la soledad que, en tal caso, yo hubiera sentido, porque al día de hoy aún está esa princesa en mi vida. Me monté la película y surgió la tristeza: "¿Para qué prender las luces si no estás? ¿Para qué extrañar tu cuerpo y tu mirar? ¿Para qué? ¿Para qué atrasar el tiempo en reloj? ¿Para qué si ya ese tiempo no vendrá?" Simple y trágico, pero a la vez estoico y consecuente. "Estoy solo en medio de mi habitación, hay sudor, hay calor, hay vacío en mi interior. No logro armar ya ni palabras en un mar, todas las cosas han perdido su valor." La depresión y el desconsuelo puestos en palabras simples, espero yo, y, básicamente en una canción de amor a un muerto, que los muertos no tienen género según Shakespeare: "Y qué decir de tu voz. Mi habitación es un desierto si tú no estás. No puedo oír ya ni el oasis de tu voz." No sabría que más contar alrededor de esta canción que alguno pide en un acústico y yo nunca acierto a acordarme de ella. La analogía entre el desierto y el oasis me parece de un nivel hermoso y el entender dos partes como si fueran una "mi habitación es un desierto si tú no estás" y "si tú no estás no puedo oír el oasis de tú voz" es amalgama poética y decisión cuando se compone, de ofrecer ambivalencias. Completamente válidas. No es raro pues que la realidad se escinda para dar pie a cosas que no me han ocurrido y que, en mi afán de expresión y mi necesidad de copar posibilidades, haya escrito también tiernas canciones de amor. Es tal vez la única manera de hacer un homenaje en vida a lo que me ha forjado como ser humano, pero no dando especial atención al drama del que nadie está exento, eso sí. Para dar la armonía a la canción y el sentimiento, no puede ser menos que sentir que tal cosa fue verdad aunque solamente en el momento mismo de la creación y al momento de grabarla porque como dije, mi princesa libertaria, a la que puse así por su nombre y a la que he citado bastante en mis historias, sigue aquí conmigo y no es falacia de deseo, es realidad pura. Tampoco es queja, es certeza.

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